
El que dice las verdades pierde las amistades, dice un refrán español. No es de esa opinión un antiguo residente del Colegio Mayor Albayzín, hoy delegado de Adecco, nos contó en el Día de las Familias 2012, cómo la corrección clara de otro residente le sirvió que durante la carrera para empezar una mejora en su rendimiento académico. Que el que corregía fuera un buen amigo explica que el resultado fuera positivo. A todos nos cuesta reconocer nuestras limitaciones y errores. La convivencia con otras personas nos hace realistas y abre las posibilidades de recibir ayuda. En la política española se ha denominado Síndrome de la Moncloa al cambio de carácter y forma de ser de los presidentes del Gobierno de España que les lleva, según pasan los años, a no escuchar a sus equipos y no reconocer sus errores. Parece que ayuda al síndrome que muchos asesores les resulta más fácil adular que llevar la contraria.
A la gente joven le resulta fastidioso, en general, que se le den soluciones, que se les diga lo que deben hacer. Prefieren descubrirlo ellos mismo, por sus errores si fuera necesario. Esta es precisamente una de las claves del éxito del coaching, un modo de recibir ayuda mediante preguntas abiertas que nos hace el coach, que nos llevan a la reflexión, al cuestionamiento de lo que ya estamos haciendo, a descubrir prioridades, a tener un plan de acción y a seguirlo para que se cumpla.
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